
(Quien no entiende esa parte, no está conmigo, y quien abusa de mi "suerte", menos. Es fácil decirle al grillo:-vámonos-.)
Estaba yo, preparándome para el primer exámen oral del año. Vestida formal, sólo faltaba ponerme zapatos de tacón. Estaba el par en una bolsita. Los puse sobre mi cartera y esta sobre un cubo de basura, cerrado. La cartera era lo suficientemente grande para no entrar en él. Mientras me quitaba las informales zapatillas, clap-clap... los zapatos se resbalaron de la cartera, se escaparon de la bolsa, abrieron la compuerta del basurero, cayendo sincronizada y directamente en la basura.
El momento del horror: los zapatos perdidos en un mar de basura. Con mucha calma y un sentido del humor agudizado para ese momento, encontré mis zapatos, lavé bien mis manos, me compuse, me eché un dulce a la boca, y con mi mejor cara de inteligente, partí al salón de la prueba.
Para mi sorpresa, fui atrapada por el dedo del profesor, dulce afuera (al bolsillo de la cartera) y rendición del examen...
... el resultado no tuvo nada que ver con la suerte.
Tengo en cautiverio a un grillo cantor,
con un ritmo y una pasión;
ahí en mi corazón.
con un ritmo y una pasión;
ahí en mi corazón.
¿Y tú, tienes un grillo?
Creo que todos tenemos un grillo o brillo, lo importante es no perderlo o encontrarlo cuando le requerimos, en el preciso instante de aquel dedo que te indica "tú"
ResponderEliminarRespecto de los zapatos te dire que eso le pasa sólo a personas especiales.