
Generalmente, en un día cotidiano, en una hora cualquiera... una colectividad marcada por su hostilidad, genera una contaminación tal, de falta de educación, que si por karma fuera, destruirían el mundo.
Cansancio, paciencia agotada, irritabilidad, fomento del mal trato, descortesía y la impuntualidad (odiada por los profes) entre otros efectos; son dispersados por el comportamiento inhumano y antinatural (no pensar en la supervivencia de la especie) de los polifuncionales choferes... porteros, cajeros y guardias de seguridad... o mejor conocidos como los señores micreros.
Adultos resignados o iracundos, jóvenes puestos a prueba y niños indefensos, día a día se enfrentan a altas dósis de falta de educación
A un micrero del mal, no le parece sufieciente verte levantar con urgencia el brazo, o que "ruegues" para que te deje en tal paradero. Su decisión arbitraria está condicionada según su propio grado de crueldad. A un micrero del mal no le importa ser un malvado incompetente.
Soluciones... pocas. La número uno: resignación.
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