
Las agresiones naturales, como el exceso de trabajo o el encontrarme con una persona desagradable; el agotamiento que no deja hacer nada; los rollos que parece que nunca terminaran, y un gran etc. que dependen del color del día, de aromas… hacen que mi vida sea a veces inmanejable. Y como he escuchado por ahí, a muchos les pasa lo mismo. La falta de intervención en lo que nos sucede, es frustrante.
Pero, no es imposible manejar, y con éxito, nuestro pelo. Hasta podemos decidir tenerlo liso perfecto o con rizos obedientes; apaciguar a los pelos histéricos con productos anti-freeze; dotarlo de un brillo extremo; estimular su crecimiento… Existe una infinidad de pócimas que nos permiten hacer distintos tipos de intervención. Pero antes de comenzar a moldear nuestro cabello a nuestro gusto, este debe estar sano. Un cabello débil, dicen los expertos, pierde su brillo y es susceptible a que se quiebre y se caiga en exceso. Lo mismo que pasa en la vida. Las caídas son fuertes, a veces muchas e innecesarias, a veces somos frágiles y quebradizos y vamos opacos por la calle.
Las claves para conseguir y mantener un cabello sano, consisten en: Desenredar, reparar daños, fortalecer y prevenir que se abran escamas. Entonces, eso mismo para la vida.
Estoy afanada en la reconstrucción. La meta: estar fuerte, segura y preparada para lo que venga; que el brillo se note y que las caídas sólo sean benignas, exclusivamente como parte del proceso de renovación.
Se puede tener control.
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